Jesus Adrian Romero - El Brillo De Mis Ojos
Está muy bien eso del software libre, pero para el uso que le damos a nuestro PC (mirar el correo, chatear, navegar por la web, escribir documentos, escuchar canciones y ver películas) hay herramientas igual de válidas tanto en Linux como en Windows o en Mac. Así que, ¿para qué cambiar?
Si sabes compilar, programar y leer el código fuente de Linux estás  hecho un fiera. Pero no todo el mundo quiere eso, ni tiene tiempo para  ello. Con encender el ordenador, hacer un par de clics y tener a nuestra  disposición los tres o cuatro programas que usamos, ya somos felices. 
Puede sonar a exótico eso de usar Linux, pero seamos realistas. Casi nadie en nuestro círculo de amigos sabe lo que es, y te mirarán raro si empiezas a hablar de Gnome, Gimp y Synaptic. Así que no seas el rarito del grupo y haz caso de la mayoría, alguna razón tendrán.
Hay cientos de aplicaciones para Linux, pero es que nosotros sólo necesitamos una que funcione, no mil y una que realicen su tarea a medias.
Linux ha evolucionado mucho, y en la mayoría de ocasiones todo se  realiza mediante ventanas y clics de ratón. Pero el terminal sigue ahí,  esperando a que lo uses y se ría de ti con mensajes como “comando  incorrecto, no sé de qué me hablas, instala más paquetes que aún tienes  sitio en el disco, a que me chivo a root”. No lo hagas, acabará con tu  paciencia y con la de tus amigos informáticos. 
Hay gente afortunada que instala Ubuntu en su portátil a la primera, y  le funciona la webcam y el Wi-Fi. Leyendas urbanas a parte, con Linux  muchas veces es imposible que todo funcione a la perfección, ya sea  porque no reconoce un periférico o te dice que es incompatible o porque  sencillamente se nos ha quedado viejo para los futuristas efectos  visuales de la última distro de turno. Para que luego digan de Windows  Vista.
La linuxera es una comunidad muy numerosa, y ha confeccionado toda  clase de manuales y tutoriales. Incluso hay distribuciones con soporte  técnico. Pero a la hora de la verdad, nunca hay nadie cuando se le  necesita, y si se dignan a responderte te ningunean y tras dejarte en  ridículo por tu falta de conocimientos sobre Linux te envían a leer un  manual que no hay por donde cogerlo.
La cosa es aún más traumática cuando utilizas aplicaciones  especializadas o diseñadas especialmente para tus tareas diarias. Así  que si en el trabajo usas Windows, ¿porqué no hacerlo también en casa?
Apple ha conseguido vender sus productos y hacer que los amemos como  si fueran alguien más de la familia. Muchos rezan todas las noches a  Steve Jobs para que les traiga un nuevo Mac por Navidad. En cambio,  Linux carece de ese glamour.
Tan de moda se está poniendo el software libre que acabará imponiéndose. Así que si quieres llevar la contraria cuando todos usen Linux, quédate con Windows.